miércoles, 29 de octubre de 2008

Tras catorce días con sus noches dentro del Penal Santa Mónica, en Chorrillos, Magaly Medina sigue fuerte. En pie. Esperando el fallo de la justicia

Días de visita

Tras catorce días con sus noches dentro del Penal Santa Mónica, en Chorrillos, Magaly Medina sigue fuerte. En pie. Esperando el fallo de la justicia. El último fin de semana, recibió la visita de amigos entrañables y una muy especial: su hijo Gianmarco. - Por Patrick Llamo.

“He conocido gente como ellos en las avenidas de una gran ciudad, iglesias abandonadas y hoteluchos de frontera: gente que no tiene el sexo por religión y es capaz de sobrevivir a solas con su conciencia. Vendedores de milagros perdidos en el desierto o chicas que no pudieron creer en el amor a pesar de tenerlo enfrente y saben que ya es demasiado tarde”. - Efraim Medina Reyes.


¿Recuerdas este fragmento? Es parte del libro que ahora lees. Es un escritor colombiano del que hablábamos en las reuniones de trabajo. Me dices que te gusta como escribe y lo recomiendas. Es más, al primero que se lo recomendaste fue a Gianmarco, tu hijo. Tu único hijo. Se lo dijiste el día sábado cuando lo viste por primera vez desde estos días nefastos de cautiverio. “Leelo, te va a gustar”.


Gianmarco te estaba abrazando y nosotros -tus amigos- te rodeábamos. La prensa, allá afuera, imaginaba el encuentro con tu hijo. Dicen que lloraste en su hombro, que te quebraste. Mienten. Tú sabes que mienten. Ese día te vi tan fuerte que no cabía una sola lágrima en tu rostro. Por el contrario, no sé de dónde sacas fuerzas, incluso para esbozar sonrisas, cuando tus amigos hacen bromas. Y sigues diciendo esas lisuras tan tuyas que dan tanta risa como miedo.


HISTORIAS POR CONTAR


Me dices que prefieres la lectura a las telenovelas. “Me aburro viendo telelloronas. Prefiero leer”. En tu cuarto tienes decenas de libros. La puta de Babilonia también ha llegado a tus manos. Creo que los escritores colombianos te persiguen. Deben ser casualidades. Qué sé yo. Luego me cuentas, con ese estilo tan tuyo para narrar anécdotas, que la mujer que asesinó a su hijo a cuchillazos anda cerca de ti; que no es lo mismo que estar tras de ti. Me dices que a ratos la ayudas a tomar sus pastillas. “No sabes la cantidad de historias que hay aquí. Todas las internas tienen un mundo dentro”. Es verdad.


Otra interna, recién llegada, solo habla inglés. Es burrier y la depresión del encierro la deteriora. Tú y tu hijo le hablan. Ambos en inglés. La entienden y la ayudan. “De paso, practico mi inglés”. Ríes, y abrazas a tu hijo. Le preguntas por la familia. Te dice que por casa todos están bien. Pendientes de ti, pero sobre todo bien. Luego, un amigo tuyo al que estimas muchísimo, te coge de las manos. No vive en tu país, pero es peruano; como el cebiche, como la causa o como La Urraca. Se llama Rodrigo, pero para ti será siempre Rodri. De rato en rato, voces extrañas se cuelan en la conversación. Gritan ¡Fuerza Magaly!, como si se tratara de un alarido de guerra. Solidaridad, que le dicen. Le respondes con un gracias.


La crónica completa en la edición impresa de la Revista Magaly TeVe 236.


Fuente: magalyteve.com

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